Sobre los cables de alta tensión
Los pájaros fingen la tristeza sobre los cables de alta tensión. Observan chabolas.
—¡Tú, mocoso, suelta el arma! (¿¡Nadie hará nada!?)
—No ahora. Deja caer sobre mis hombros tu cabeza.
Un chino loco en la boca del Jose, en casa del Queque.
¿Podrán esos pájaros llevar lejos la ira?
—¡Oye tú, ven aquí! ¡Suelta la pistola!
Choque de alas por los niños tristes. Enormes cicatrices de los pájaros, con sus ojos como granadas a punto de estallar.
Sale humo de la chabola. Adentro el viejo quema noticiarios de papel.
—Oye viejo, no dicen nada esos pájaros. Solo chispas, solo chispas... ¡Pum, pum! Disparos que huyen, solo disparos. Otra vez, hermano, otra vez.
Medianeros de la luna, con pistolas relucientes, huyen por barrancos. Entre la polvareda que levanta la estampida, van llegando patrullas de loros.
—¡Ruido, escándalo! ¡Ya vienen, viejo!
Llevan otras pistolas, las de la ley. Con grandes puños aporrean chapa y con grandes botas derriban puerta.
La chabola apesta a noticiarios.
—¡Viejo, viejo! ¡Pum, pum, hermano, yo lo vi, yo lo vi!
—¡Suelta la pistola, niño!
Una bota aplasta la cabeza llena de mugre. Porque son las de la ley.
La ley es una calavera con dientes de oro.
Los llevan esposados, al viejo y a un niño.
Otro niño se queda solo en la chabola. Popo, popo, solo, popo de tanto miedo, de tantos pájaros, allí detenidos sobre los cables de alta tensión, con esas cicatrices cada vez más grandes.
—¡Pum! ¡Van a estallar, viéndolo todo! Viéndome tan solo, aquí. ¡Pum! Huye de palizas. Vuelve pronto, hermano. Ven con el abuelo. Huye de los loros uniformados de la ley armada con dientes de oro y huesos de humo.
*Un chino en la jerga callejera de España es una de las formas de consumir la heroína.