Rondas
El otro día en un bar
oscurecido del barrio
olvidándome de mí
penaba por el cansancio
del tabernero roñoso
que con gesto estrafalario
no quiso servirme más…
—¡Largo de aquí ya pelmazo!
¡Y déjate de romances!
Cansinos como el infarto
tú y tus amigos poetas…
Plastas e insufribles náufragos
y ahora con otro mes…
¡Envíame dios sicarios!
Yo soy más de los cuchillos
del jamón hombre pragmático.
Mientras me sacudo golpes
este noviembre os comparto
el coñac caído al suelo
-aquel bestia con zapatos
a puntapiés se ensañaba
y salí muy mal parado-.
A la ronda de tabernas
con más romances volvamos
caiga quien caiga (va uno).