Romance de la luna y el carterista

20.06.2024

No quería entrar al sueño.

La soledad estiraba

escapando de la noche.

De alguna forma calmaba

sus manos huecas y tristes.

Muy decidido cruzaba

oscuridades anónimas:

la multitud que bramaba

por estrechas avenidas.

Su vida sola versaba

sobre la triste costumbre

de estar donde no casaba.


Desde el exilio forzado,

aun sin querer vomitaba

la pobreza en la desidia;

a los otros no culpaba

por aquella excomunión.


Avanzando deliraba,

por una triste moneda,

que del arrojo acopiaba.


La blancura de la noche

en aquel rostro acechaba,

su vivo reflejo oía

una voz que lo humanaba:


Perezco sin los billetes.

Está vacía mi aljaba.

Nadie mira hacia mi espejo.

No sonríen, esperaba

que mirasen la pobreza.

En mi soledad besaba

tu rostro por avenidas.

Mirándote a ti soñaba.


Entre podridos periódicos,

el gentil búho ululaba:

"¡coge la cartera, cógela,

come la rica guayaba!"


Rodeado de turistas,

deslizándose birlaba

las carteras sin escrúpulos:

-Otra más, y otra… -pensaba-

que no mengüe mi amor.


Leal a quien reflejaba

todas las noches su rostro,

a buen recaudo zarpaba,

alegre con el botín.


La infinitud abrazaba

arrojando las carteras

por el forro de la aljaba.

A la Luna complacía.

Utilizamos cookies para permitir un correcto funcionamiento y seguro en nuestra página web, y para ofrecer la mejor experiencia posible al usuario.

Configuración avanzada

Puedes personalizar tus preferencias de cookies aquí. Habilita o deshabilita las siguientes categorías y guarda tu selección.