Recuerdo
Cierto
es, que sembraste en mí,
con la prontitud del enamorado
que, sabiéndose dichoso, otorga,
abundante, desposeído de dudas,
la hermosa conciencia del amor:
un ansia loca por saber
y degustar tu presencia,
tanto vacío engendrado;
cómo dejas ir meandros
que figuran acrobacias
de chorlitejos y garzas
a la caída del sol: sublimes aves,
resplandecientes de enamoramientos
por la ebriedad de los mares girando.
Ah, el desfallecer, tan lejos, sin encontrarte,
sintiendo la presencia urdida sigilosamente
en mi corazón, tan frágil, que por ti suspira;
ah, loco por la dicha que me ofreces, atónito,
por el
rumor de olas recordándote sin cesar.