Odas a la musa
Quiere los fuegos fatuos apagar,
el agua que embelesa el horizonte
cabalgando nostalgias por el mar
tras el canto celeste del sinsonte.
Ahora tú, mujer frugal, veleta
que el aliento de soles escudriñas
donde el ocaso encumbra la meseta
azogada, acostándote en las viñas.
La pureza a tu blanca piel tributa
henchida en el sabor de instantes plenos
cuando tañe el rubor comiendo fruta
que hierve en la palabra de tus senos.
Acaso el tiempo alumbre la mirada
como el sabio corcel que viaja al trote
cuando enhebra amoroso la alborada;
acaso escriba alegre Don Quijote,
cuando
se ha declarado la belleza
que envuelve el corazón, la musa en bodas
encumbrando el espíritu en certeza
entregada a la pluma con las odas.