Montserrat
Mientras duermes, ahuyentas pájaros.
En la claridad de tus ojos puedo ver
y la visión entra en mí
como un fulgor de aguas interminable
en el instante de la noche tras el vidro.
Mientras duermes, duermen los muertos
en otras estancias
tales efusiones o registros de la memoria:
Tantas historias que el amor persigue
como la del viejo rubicundo enamorado del mar
quien dijo que la piel de un hombre no vale nada.
Cuando el sueño se vuelve símbolo
hay cacharros que se amontonan en el umbral
cucarachas que empujan hacia los exteriores
atravesadas por raíces.
Hay un solo Tubo
donde confluyen los otros tubos afluentes.
Y al borde de la retina
al sur de las grabaciones
el misterio
que es la danza del sonido.
En la ternura de los tiempos
sobre el espacio sin límites
donde duermes
duermo en ti
y el calor maternal cae como un manto azul sobre las colinas.
Atravesamos los valles en caída libre.
No es una hipótesis.
No resiste el sueño al despertar repentino.
Zurces con hilo, lo puedo ver, el sudario
o la camisa del viejo -anciano de los días-.
Va de uno a otro extremo, el hilo
comunica infinitud de numeraciones
distintas posiciones en el espacio.
Consiste el movimiento en no aferrarse a la linealidad.
Si caes del cielo hacia arriba,
el cadáver levanta sudarios.
Sin armar alboroto
en el alféizar asomada
la belleza abre los párpados.
Teje la matriz del Objetivo Mater.
Puedes leer el Informe Visual de la Academia
-ruego compasión-
perteneciente al Proyecto del Gran Tubo Interestelar( en gravitación 2.4 de 3 a 5 desde Capricornio en Absoluta Necesidad Hallados en la Tierra ).
Los tonos cobrizos de ondas
impregnan la pantalla
parpadean las antenas de luz
hasta quebrar frecuencias del silencio.
Aparecen ondas magnéticas
y un pensamiento de culebra robotizada
queda amplificado en tonalidades violeta
alcanza la sonoridad suficiente
produciéndose el extrañamiento
por la emoción centrípeta
disuelve la piel psicológica.
Una centella
como un fogonazo de purpurina
proyecta sollozos de alegría
gravitando por zafiros virtuales.
Los dedos encienden la pantalla.
No se trata de una simple abducción
la palabra sigue dormida en el vientre de la paloma
y zurea los nombres
y toca el paladar.
( sigue dormido el animal salvaje
que vive en comunión conmigo
de ojos grises muy pálidos
o azules violeta ).
Toco la transparencia de las aguas
el corazón de campana y laurel
enloquezco por las coordenadas
del sueño
la caricia sin tiempo donde dormimos.
La materia colisiona
abriendo el pantallazo violeta a la mente universal, interconectada o interestelar.
No hay mente propia.
Ninguna información queda eliminada
todo adquiere una forma desconocida.
Tan solo importa la visión del hilo cosiendo el sudario
y las raíces levantando el cadáver
irrumpiendo por el cuerpo celeste
más allá de cualquier representación.
Si la información no registrada
aparece como un cuerpo extraño
considero las declaraciones
que suenan en los tímpanos
mientras retiro los cabellos
y quedan mis ojos fijos en ti
( a dos puntos del encuentro en la pirámide con la separación del espacio ).
Alzadas las nubes
atraviesan en tres ángulos
el sonido.
Como una masa amorfa
la información conforma el caleidoscopio.
El círculo de sombra ultravioleta
termina por rodear la pirámide.
Queda ensamblado el ultrasonido
proveniente del planeta tierra
desde la mente humana
engrosando el amplio registro
barajado por la Academia.
El sonido en cascada perfora el magma
cristalizado de satélites
y deja una extensión inabarcable de cristal bermellón.
Fundidos
los cuerpos no saben quién es quién.
En cuanto viven porque nada son
ya que nada es y nada existe sin nosotros.
Si tan tiernamente miras
ruego compasión
porque vas descalzo sobre abrojos
y languidecen serpientes por la ebriedad de los cielos
vigilados por las cuatro cabezas de la custodia
que son cabezas
en parte animal en parte conscientes de sí
rubricadas en la contemplación de la montaña sagrada.
porque los pasos son ruedas
con dientes de piedra caliza
hundida en el mosto subterráneo
y fluyen tus ojos
infantiles
por galerías hasta la extensión del lago
donde de espaldas lees tu vivo reflejo
animado de oscuridad
ensombrecido bajo el árbol
con hojas de estiércol.
Porque giratorio adquieres volumen
fisonomía a contraluz del manto sublime
y corres con ilusión extendiendo las manos
tocando el cuerpo sublime
bajo el manto azul
hincando el fuego
del contorno de las manos
en la encía del animal.
Tiemblas al intuir algo sin forma
poseído por una pregunta sin formular
que escapa a tu infancia.
Tienes las bendiciones
pero la carga de la verdad
sin la pregunta apropiada
hunde los huesos
en espesura de bosque bajo roca caliza.
Sin limitar el número cuatro
no termina de ser consciente la información
queda reducida al punto neurálgico triangular
donde aún corren elefantes en blanco y negro
por la neblina de tu nuca
en la parte posterior del cerebro.
Temeroso en la Santa Cova de Montserrat
punto de inicio y fin de la infancia bendecida
esfinge donde yaces postrado
en crepúsculos y en cuentas del rosario sin fin
amaneciendo a la contemplación de la doncella
con el libro donde en letras doradas grabamos
tu nombre
imperecedero en los caminos
subido a las ruedas con el hato de serpientes
depositadas en tu tez hundida
a la entrada sintiendo los latidos invisibles de la tierra
que hizo de Él la conciencia del animal
multiplicando dos por dos cuatro - mitad de ocho.
Visitado en sueños por animales proféticos
con aspecto humano.
Acompañado por ángeles en la ascensión
ángeles con aspecto humano.
Enhiesto en el fuego
con sietes espadas de incandescencia
perforando tu corazón dañado hasta la extenuación
y el desvanecimiento
frente a lo intocable sin forma alguna
ni animal ni humana o angélica
solo comienzo imposible no habiendo final
( imposible pregunta de la impotencia
sin infancia
del hombre perdido
robado a los cielos ).
El estruendo
en tus oídos calma la sed de justicia
y sofoca los ojos cárdenos.
Comienzas a ver un punto
encendido en mitad del triángulo.
Ascienden los pájaros tirando de las muñecas
y caes en la perplejidad.
Pacientemente
vamos metiendo las cánulas de vidrio
por los oídos tocando los tímpanos juveniles del desconcierto
hasta anestesiar el furor de tu cuerpo o corpúsculo
sin importancia alguna para la conciencia en expansión.
Ruego a los ángeles
que lloran la ingratitud del trueno
golpeando las sienes.
Ruego por el tumulto de sombras
que desvanecen
por números cifrando vacíos.
Has llegado a Mí.
Ruego compasión por las manos
que se arrojan al despertar de la conciencia.
Te doy la gracia de las doce vírgenes
doce soles hundiéndose en tu pecho
que fabrican tu rostro soñado.
Visten túnicas de colores vivos
cubriendo la carne -Isaac kaduri ruega conmigo
por atrios y aposentos-.
Tienen nueve lunas o entrañas
y tus manos son hábiles en la rotación.
Ahora que eres trasparente vacío de luz
la primera virgen aparece
en sus manos sostiene el candelabro con siete velas.
Coloca el índice izquierdo en los labios
el diestro hunde en el plasma sanguíneo.
El viento susurra desprendiendo hojas doradas.
Ahora tu cuerpo es blanco límite de excavación.
La segunda virgen entra por los tímpanos
con la hoja dorada en el cuenco.
Levita y cae suavemente en la visión
con sigilo enciende las velas.
Ilumina la estancia
y cesa el aliento.
La tercera virgen
traza la circunferencia alrededor del triángulo.
La sangre del tiempo
inútil cede al espacio
desborda la belleza en tus carnes
de leche tibia inundando las bocas.
El ciervo herido sonríe.
Entran los siete ángeles tal epifanía sin forma alguna de representación.
Ella retira sus cabellos oscuros
señalando las dos espadas
suspendidas de la bóveda oblicua.
Con las palabras que susurran
adquiriendo forma
convertida en espuma viene la cuarta virgen
hacia tus labios.
Embadurna el silencio.
El frío animal del vértigo se retira
en una interminable exhalación abre los ojos
desprendiéndose de la bóveda.
Va cayendo sobre el mar
y la tierra germina en tu boca.
Disemina el entendimiento
al aparecer la quinta virgen
sugiere de manera pausada
entre ronquidos eternos
el cuadrado envolvente.
En un sueño sin sueños
el resplandor forma una palabra en la luz.
Y llega la sexta virgen
acostada en la nube.
El querubín posándose
en los muslos piensa el infinito.
El resplandor es visible en la luz invisible.
Un serafín tira del hilo dorado.
El símbolo deviene devoción.
Vendrán otras palabras antes de que lleguen otras vírgenes.
Dichosas hermanas reunidas
establecen palabras maternales.
El entendimiento que es solo luz
también puede ser luz y sombra
con tal de unir la cara y la cruz
en un viaje arriesgado
cuando todavía el animal sostiene las cuatro cabezas
y el cetro de la corona
como una espina clavada en el tercer ojo.
Al ser así propiamente
antes de su aparición
la séptima virgen muere
como un calambre eléctrico traspasa vertebras.
Reunidos
el temor reverente y el amor incondicional
descubren al fondo el ovillo
comienzan a vislumbrarse las manos de nieve pura.
Porque no te detienes
las palabras originan tu cuerpo
la ternura comienza a envolverte.
Alguien dice: —Hijo mío.
Y es revelada la octava virgen
que sueña con darte a luz.
En su vientre de coral
afinan los instrumentos los ancianos.
La melodía teje el entendimiento
quedan suspendidas las vibraciones del sonido.
La razón configura el ovillo de plata
que sostiene la novena virgen
consanguínea a la octava.
El profeta tira del hilo
y abre los ojos del mar
a la escritura.
Quedan tres incógnitas por resolver
en toda relación tridimensional.
Tres vírgenes que aparecerán
al fin de los tiempos.
Mientras tanto
tres lectores consagrados
tendrán una suerte de evangelio
de vírgenes sin apóstoles.
Una suerte de ovillo
viajando por el espacio sideral
visitando a otros seres
otras galaxias.
Bienaventurado
escribo en Montserrat
gracias a la Moreneta
que desde su trono
alumbra la conciencia.