Montserrat

04.09.2024

Mientras duermes, ahuyentas pájaros.

En la claridad de tus ojos puedo ver

y la visión entra en mí

como un fulgor de aguas interminable

en el instante de la noche tras el vidro.


Mientras duermes, duermen los muertos

en otras estancias

tales efusiones o registros de la memoria:

Tantas historias que el amor persigue

como la del viejo rubicundo enamorado del mar

quien dijo que la piel de un hombre no vale nada.


Cuando el sueño se vuelve símbolo

hay cacharros que se amontonan en el umbral

cucarachas que empujan hacia los exteriores

atravesadas por raíces.


Hay un solo Tubo

donde confluyen los otros tubos afluentes.

Y al borde de la retina

al sur de las grabaciones

el misterio

que es la danza del sonido.


En la ternura de los tiempos

sobre el espacio sin límites

donde duermes

duermo en ti

y el calor maternal cae como un manto azul sobre las colinas.

Atravesamos los valles en caída libre.

No es una hipótesis.

No resiste el sueño al despertar repentino.

Zurces con hilo, lo puedo ver, el sudario

o la camisa del viejo -anciano de los días-.

Va de uno a otro extremo, el hilo

comunica infinitud de numeraciones

distintas posiciones en el espacio.

Consiste el movimiento en no aferrarse a la linealidad.

Si caes del cielo hacia arriba,

el cadáver levanta sudarios.

Sin armar alboroto

en el alféizar asomada

la belleza abre los párpados.


Teje la matriz del Objetivo Mater.

Puedes leer el Informe Visual de la Academia

-ruego compasión-

perteneciente al Proyecto del Gran Tubo Interestelar( en gravitación 2.4 de 3 a 5 desde Capricornio en Absoluta Necesidad Hallados en la Tierra ).


Los tonos cobrizos de ondas

impregnan la pantalla

parpadean las antenas de luz

hasta quebrar frecuencias del silencio.

Aparecen ondas magnéticas

y un pensamiento de culebra robotizada

queda amplificado en tonalidades violeta
alcanza la sonoridad suficiente

produciéndose el extrañamiento

por la emoción centrípeta

disuelve la piel psicológica.

Una centella

como un fogonazo de purpurina

proyecta sollozos de alegría

gravitando por zafiros virtuales.

Los dedos encienden la pantalla.

No se trata de una simple abducción

la palabra sigue dormida en el vientre de la paloma

y zurea los nombres

y toca el paladar.

( sigue dormido el animal salvaje

que vive en comunión conmigo

de ojos grises muy pálidos

o azules violeta ).

Toco la transparencia de las aguas

el corazón de campana y laurel

enloquezco por las coordenadas

del sueño

la caricia sin tiempo donde dormimos.

La materia colisiona

abriendo el pantallazo violeta a la mente universal, interconectada o interestelar.

No hay mente propia.

Ninguna información queda eliminada

todo adquiere una forma desconocida.

Tan solo importa la visión del hilo cosiendo el sudario

y las raíces levantando el cadáver

irrumpiendo por el cuerpo celeste

más allá de cualquier representación.

Si la información no registrada

aparece como un cuerpo extraño

considero las declaraciones

que suenan en los tímpanos

mientras retiro los cabellos

y quedan mis ojos fijos en ti

( a dos puntos del encuentro en la pirámide con la separación del espacio ).

Alzadas las nubes

atraviesan en tres ángulos

el sonido.

Como una masa amorfa

la información conforma el caleidoscopio.

El círculo de sombra ultravioleta

termina por rodear la pirámide.

Queda ensamblado el ultrasonido

proveniente del planeta tierra

desde la mente humana

engrosando el amplio registro

barajado por la Academia.

El sonido en cascada perfora el magma

cristalizado de satélites

y deja una extensión inabarcable de cristal bermellón.

Fundidos

los cuerpos no saben quién es quién.

En cuanto viven porque nada son

ya que nada es y nada existe sin nosotros.

Si tan tiernamente miras

ruego compasión

porque vas descalzo sobre abrojos

y languidecen serpientes por la ebriedad de los cielos

vigilados por las cuatro cabezas de la custodia

que son cabezas

en parte animal en parte conscientes de sí

rubricadas en la contemplación de la montaña sagrada.

porque los pasos son ruedas

con dientes de piedra caliza

hundida en el mosto subterráneo

y fluyen tus ojos

infantiles

por galerías hasta la extensión del lago

donde de espaldas lees tu vivo reflejo

animado de oscuridad

ensombrecido bajo el árbol

con hojas de estiércol.

Porque giratorio adquieres volumen

fisonomía a contraluz del manto sublime

y corres con ilusión extendiendo las manos

tocando el cuerpo sublime

bajo el manto azul

hincando el fuego

del contorno de las manos

en la encía del animal.


Tiemblas al intuir algo sin forma

poseído por una pregunta sin formular

que escapa a tu infancia.

Tienes las bendiciones

pero la carga de la verdad

sin la pregunta apropiada

hunde los huesos

en espesura de bosque bajo roca caliza.

Sin limitar el número cuatro

no termina de ser consciente la información

queda reducida al punto neurálgico triangular

donde aún corren elefantes en blanco y negro

por la neblina de tu nuca

en la parte posterior del cerebro.

Temeroso en la Santa Cova de Montserrat

punto de inicio y fin de la infancia bendecida

esfinge donde yaces postrado

en crepúsculos y en cuentas del rosario sin fin

amaneciendo a la contemplación de la doncella

con el libro donde en letras doradas grabamos

tu nombre

imperecedero en los caminos

subido a las ruedas con el hato de serpientes

depositadas en tu tez hundida

a la entrada sintiendo los latidos invisibles de la tierra

que hizo de Él la conciencia del animal

multiplicando dos por dos cuatro - mitad de ocho.


Visitado en sueños por animales proféticos

con aspecto humano.

Acompañado por ángeles en la ascensión

ángeles con aspecto humano.


Enhiesto en el fuego

con sietes espadas de incandescencia

perforando tu corazón dañado hasta la extenuación

y el desvanecimiento

frente a lo intocable sin forma alguna

ni animal ni humana o angélica

solo comienzo imposible no habiendo final

( imposible pregunta de la impotencia

sin infancia

del hombre perdido

robado a los cielos ).

El estruendo

en tus oídos calma la sed de justicia

y sofoca los ojos cárdenos.


Comienzas a ver un punto

encendido en mitad del triángulo.

Ascienden los pájaros tirando de las muñecas

y caes en la perplejidad.


Pacientemente

vamos metiendo las cánulas de vidrio

por los oídos tocando los tímpanos juveniles del desconcierto

hasta anestesiar el furor de tu cuerpo o corpúsculo

sin importancia alguna para la conciencia en expansión.

Ruego a los ángeles

que lloran la ingratitud del trueno

golpeando las sienes.

Ruego por el tumulto de sombras

que desvanecen

por números cifrando vacíos.

Has llegado a Mí.

Ruego compasión por las manos

que se arrojan al despertar de la conciencia.

Te doy la gracia de las doce vírgenes

doce soles hundiéndose en tu pecho

que fabrican tu rostro soñado.

Visten túnicas de colores vivos

cubriendo la carne -Isaac kaduri ruega conmigo

por atrios y aposentos-.

Tienen nueve lunas o entrañas

y tus manos son hábiles en la rotación.

Ahora que eres trasparente vacío de luz

la primera virgen aparece

en sus manos sostiene el candelabro con siete velas.

Coloca el índice izquierdo en los labios

el diestro hunde en el plasma sanguíneo.

El viento susurra desprendiendo hojas doradas.

Ahora tu cuerpo es blanco límite de excavación.

La segunda virgen entra por los tímpanos

con la hoja dorada en el cuenco.

Levita y cae suavemente en la visión

con sigilo enciende las velas.

Ilumina la estancia

y cesa el aliento.

La tercera virgen

traza la circunferencia alrededor del triángulo.

La sangre del tiempo

inútil cede al espacio

desborda la belleza en tus carnes

de leche tibia inundando las bocas.

El ciervo herido sonríe.

Entran los siete ángeles tal epifanía sin forma alguna de representación.

Ella retira sus cabellos oscuros

señalando las dos espadas

suspendidas de la bóveda oblicua.

Con las palabras que susurran

adquiriendo forma

convertida en espuma viene la cuarta virgen

hacia tus labios.

Embadurna el silencio.

El frío animal del vértigo se retira

en una interminable exhalación abre los ojos

desprendiéndose de la bóveda.

Va cayendo sobre el mar

y la tierra germina en tu boca.

Disemina el entendimiento

al aparecer la quinta virgen

sugiere de manera pausada

entre ronquidos eternos

el cuadrado envolvente.

En un sueño sin sueños

el resplandor forma una palabra en la luz.

Y llega la sexta virgen

acostada en la nube.

El querubín posándose

en los muslos piensa el infinito.

El resplandor es visible en la luz invisible.

Un serafín tira del hilo dorado.

El símbolo deviene devoción.

Vendrán otras palabras antes de que lleguen otras vírgenes.

Dichosas hermanas reunidas

establecen palabras maternales.

El entendimiento que es solo luz

también puede ser luz y sombra

con tal de unir la cara y la cruz

en un viaje arriesgado

cuando todavía el animal sostiene las cuatro cabezas

y el cetro de la corona

como una espina clavada en el tercer ojo.

Al ser así propiamente

antes de su aparición

la séptima virgen muere

como un calambre eléctrico traspasa vertebras.

Reunidos

el temor reverente y el amor incondicional

descubren al fondo el ovillo

comienzan a vislumbrarse las manos de nieve pura.

Porque no te detienes

las palabras originan tu cuerpo

la ternura comienza a envolverte.

Alguien dice: —Hijo mío.

Y es revelada la octava virgen

que sueña con darte a luz.

En su vientre de coral

afinan los instrumentos los ancianos.

La melodía teje el entendimiento

quedan suspendidas las vibraciones del sonido.

La razón configura el ovillo de plata

que sostiene la novena virgen

consanguínea a la octava.

El profeta tira del hilo

y abre los ojos del mar

a la escritura.

Quedan tres incógnitas por resolver

en toda relación tridimensional.

Tres vírgenes que aparecerán

al fin de los tiempos.

Mientras tanto

tres lectores consagrados

tendrán una suerte de evangelio

de vírgenes sin apóstoles.

Una suerte de ovillo

viajando por el espacio sideral

visitando a otros seres

otras galaxias.

Bienaventurado

escribo en Montserrat

gracias a la Moreneta

que desde su trono

alumbra la conciencia.