Lunas de leche tibia

04.01.2024

La poesía hoy maldice

tu nombre entre sábanas 

blancas, donde las palomas

sin porvenir, de alas caídas,

en adulterio elevan un canto 

abominable, triste en la esbelta

redondez del ocaso tañendo lunas, 

mientras, tú dices - No te detengas. 


Maldigo la carne longeva, 

tras las cortinas, disimulo

la algarabía de tus pechos

preñando de risas el paseo

-cuando acariciaba tu mano

y la mirada simplona iba

y venía por tus encantos 

( lubricada por el aceite acuoso

del olivo virginal de los astros ). 


Por mal decir tu nombre, 

las líneas de la melancolía 

depositan en mí la tristeza

-busco en un vagón de cola

el plazo venciendo al alba,

tras la inmensa luz del día,

como los dientes del ratón 

manchando espejos invertidos, 

en la plenitud del desconcierto, 

adolescente, sin vuelta atrás. 


Balbuceando la fugacidad, 

en esta estación de grillos, 

muerdo paciente tus pechos. 

Tú dices -Muerde el porvenir.


Mi garganta es de terciopelo,

blanco y aterido, cual molusco

al fin de los tiempos vencido. 


Aquí entrego mis armas

al deseo del quebranto, 

a la rotura del atardecer 

voluptuoso de leche tibia

cavando infinitud de mares. 


Contemplo la juventud

-la que nunca regresará-

un pálpito de lunas de leche 

como bolas de nieve pura.


Estrujo ansioso el porvenir

de la muñeca que peinabas

pensando en tu príncipe. 


Poesía, deja aquí el ansia virgen,

no maldigas la alegría del ocaso

mordiendo la lengua adolescente,

mientras, el paseo de espaldas al reloj

enmudece en un escote de proverbios

y cantares,


donde me rindo 

y, dulcemente,

digo poesía, 


queriendo decir: no me abandones

otra noche más sin tus alegres lunas

sobre el cielo brincando, muy felices.