Tabaco y lumbre

07.09.2024

La tempestad de tus manos alumbra la pobreza. Torpemente enciendes la última cerilla. Demasiado húmedo, no prende tu único cigarro. Saldrías del cajero automático, pero tan tarde y la ciudad que duerme, pensarán que eres un ladrón de almas. Mejor quedarse a dormir sobre los cartones. Con el olor a vino entra el sopor, y la luz abundante del sueño apaga los sentidos: puedes ver que a todos ofreces tabaco y lumbre.