Fantasmas
*
Entierra la belleza.
Calcina la sombra.
¿No hay tierra
ni fuego suficiente?
Toma los grumos
lentamente con la mano
esbelta,
inclina la balanza
recostándote,
y deja que termine
tu boca en mi boca.
**
La memoria de un beso
no ha de regresar nunca.
Acaso, ¿tiene nombre
un espectro, la belleza
que enfría tus sábanas?
***
Levántate
y palpa la mesita,
no temas despertar
a tu hermano.
Pulsa el interruptor
y espera, la belleza
con forma de orín,
fosforescente,
lengua que resbala
por los muslos,
insaciable y cálida
cual relámpago.
Espera sentado
en el cojín. En parte,
es la indefensión sentir
el entierro, vulnerable.
Mas no pienses: enterrar
la belleza; está en el hueso
y los huesos en el osario.
****
Ahora,
que no te mira
el espejo, ahora
que escarbas
en la sonoridad
de la existencia
entre pútridos grumos
y ácido de insecticidas,
ahora
que cualquier abstracción
resulta inútil.
Cuando resplandece
en la mesita tu carne
como un fulgor
de mariposas,
refulgente
en los cuchillos,
que anestesian
la perplejidad.
*****
Si un espectro
traspasa la pared;
y la areolas hinchadas
de pechos maternales
trasvasan excitación;
cuando tu madre
de rodillas recoge
los platos rotos,
dando la espalda
a serpientes de cuero,
que la noche propician,
inaudibles por aullidos
que penetran excitados.
******
¿Qué es sino el pensamiento?
Dices bien, que penetra el espíritu,
descartando la pura abstracción
de la conciencia, pero preguntas,
¿ qué es esta substancia?
Te piensas
en el olvido,
inútilmente,
excitado
en la fatiga,
de forma indistinta
de distintas formas
torturado.
No hay forma
de saber si es
posible conocer:
Juega contigo el carnicero;
-no malinterpretes la memoria-
coloca las manos en la mesita
y cuenta hasta tres.
*******
Vuelven a encender
la luz de la cocina;
entra una lengua
extraña
por el patio de luz.
Es suficiente belleza,
indagar en el rostro
del carnicero,
huir de las abstracciones.
El miedo es real:
El aullido inaudible,
interminable la noche,
la mesita y las manos
del carnicero,
los cuchillos,
la lengua tímida
fosforescente,
la carne trémula
sin ser
enterrada.
Y el devorar
de la encías;
la carcoma
del vientre.
Es así, antes
o después
de pensar.
********
Has dicho algo
del miedo. Entra
el espíritu; cuida
del vértigo y la náusea.
No confundas pensamiento y espíritu.
Considera,
que el espíritu no es la realidad
que te obsesiona.
Hay substancia. Volveremos
a dar un toque de atención.
Descansa confuso, no esperes
nada de ninguna abstracción.
Mánchate obsesionado.