Elegía a los justos
El dolor se tatúa
tu nombre en la espalda.
No sabe mentir. No muere.
Haciendo retroceder la sombra
hasta el límite donde acaba un dolor
y otro comienza
toco el agua.
Soy yo quien recojo
lentamente
al último pájaro
que clavó sus alas en tu boca.
Doy la buena nueva
ahora que todos olvidan tu muerte en la cárcel
con tu mujer en brazos,
los pechos caídos,
el silencio de una cebolla,
y un hijo temprano en sudor
que no comprende
que siempre mueren los mejores
porque saben morir.
*
Yo sé
que aquel pájaro
que dejó de cantar en tus rejas
ha escrito más nombres en lápidas.
Está en esa rama
suspendido en un silencio profundo
que se hunde en mi corazón.
Alejados ambos de la sombra
por el primer rayo de sol,
aquí clavados a los sollozos
¡maldito rayo que todo parte!
Ahora
que el cielo está demasiado rojo
por el amanecer de los cuerpos.
Porque hemos vuelto a morir
aquí estamos aún más justos.
¡Compañero! ¡No estamos solos!