Doble hélice
I
La flora intestinal crece en riberas desoladas;
Júpiter peina la flor retorcida
del ombligo de un sueño abisal;
Eva menstrua la herida de una mitocondria;
y una miga de caucho resuelve ecuaciones
de otras vidas posibles.
La sucesión de imágenes desgarra el tiempo
por la propulsión indeterminada de embriones.
II
Me acompaña el silencio de desaparecidos
en el delgado trance de luces y sombras
donde puede ser fagocitada la nucleación
del ácido desoxirribonucleico,
cayendo por relámpagos la doble hélice
en la basura del genoma.
III
Aprendí sobre la complejidad
escrudiñando vacíos del ámbar,
preñado de estructuras moleculares;
poniendo especial atención a la agonía
del pájaro cuyas alas cercenan imposibles
y emite un canto difuso entre querer y querer
parecido a un error de cálculo o mayéutica,
como la letra sin memoria de la canción
que vuelve con la insistencia del olvido.
El no ser que quiere ser, susurra el temblor
del trigo sin pan, un espasmo de flor muerta,
la cristalización del metileno en los vientres.
Sobre labios caen ecuaciones del escalofrío
que sajan todo cuanto llego a pronunciar.
Hablo de la ineptitud, atravesado por un sable
de música inconexa, con el olor de fracasos
que despedazan la matriz.
La cuchilla del lenguaje oxida el caldo primigenio;
buscando otras luces, atraviesa la mirada perdida.
IV
Al ver la imposibilidad,
tengo los ojos mal alineados
y caigo por el trinar incierto;
patidifuso sobre mi lengua
sostengo manos cansadas
que, ociosas, se inmiscuyen
en el devenir de la ciencia,
como si pudieran sacarme
del limbo donde nada soy.
No espero acariciar largas cabelleras de la noche,
bordadas por la trepidante suavidad de los besos.
V
Si fuera posible aún, si alcanzas a oír,
disuelve en mi boca la terrible música
de este duelo inútil a vida o muerte.
Deja reverberar espumas del olvido
por océanos ocultos bajo herrumbre.
Hazme un refugio del ruido atronador,
del acto fallido; consuélate en silencio
hasta que salgan dorados hilos de luz
por lo inmensurable de la conciencia.
No temamos por nada, seguimos juntos.
Que la belleza oscura de probabilidades
hable por nosotros,
mientras descansamos para siempre
más allá del resplandor
donde caemos.