Doble hélice

09.02.2025

I

La flora intestinal crece en riberas desoladas;

Júpiter peina la flor retorcida

del ombligo de un sueño abisal;

Eva menstrua la herida de una mitocondria;

y una miga de caucho resuelve ecuaciones

de otras vidas posibles.

La sucesión de imágenes desgarra el tiempo

por la propulsión indeterminada de embriones.

II

Me acompaña el silencio de desaparecidos

en el delgado trance de luces y sombras

donde puede ser fagocitada la nucleación

del ácido desoxirribonucleico,

cayendo por relámpagos la doble hélice

en la basura del genoma.

III

Aprendí sobre la complejidad

escrudiñando vacíos del ámbar,

preñado de estructuras moleculares;

poniendo especial atención a la agonía

del pájaro cuyas alas cercenan imposibles

y emite un canto difuso entre querer y querer

parecido a un error de cálculo o mayéutica,

como la letra sin memoria de la canción

que vuelve con la insistencia del olvido.

El no ser que quiere ser, susurra el temblor

del trigo sin pan, un espasmo de flor muerta,

la cristalización del metileno en los vientres.

Sobre labios caen ecuaciones del escalofrío

que sajan todo cuanto llego a pronunciar.

Hablo de la ineptitud, atravesado por un sable

de música inconexa, con el olor de fracasos

que despedazan la matriz.

La cuchilla del lenguaje oxida el caldo primigenio;

buscando otras luces, atraviesa la mirada perdida.

IV

Al ver la imposibilidad,

tengo los ojos mal alineados

y caigo por el trinar incierto;

patidifuso sobre mi lengua

sostengo manos cansadas

que, ociosas, se inmiscuyen

en el devenir de la ciencia,

como si pudieran sacarme

del limbo donde nada soy.

No espero acariciar largas cabelleras de la noche,

bordadas por la trepidante suavidad de los besos.

V

Si fuera posible aún, si alcanzas a oír,

disuelve en mi boca la terrible música

de este duelo inútil a vida o muerte.

Deja reverberar espumas del olvido

por océanos ocultos bajo herrumbre.

Hazme un refugio del ruido atronador,

del acto fallido; consuélate en silencio

hasta que salgan dorados hilos de luz

por lo inmensurable de la conciencia.

No temamos por nada, seguimos juntos.

Que la belleza oscura de probabilidades

hable por nosotros,

mientras descansamos para siempre

más allá del resplandor

donde caemos.