Definición de mi-tema

01.06.2025

Blanco ensayo de negra escritura, con las manos de mi madre levantando el estiércol, que se acumula y ya lo cubre todo, menos la mirada, clara y serena, del mojón de cristal.

Inicio y fin, eslabón, puente, con la mirada perdida, que da a luz y entierra.

Chispa entre hebras de cobre, que suena a estrépito de lunas rodando por tarteras, donde brillan, agazapados entre pizarras, los ojos claros del animal oscuro.

Oficiante de altas cumbres sobre bajo relieve. Armado con el hacha que ya liquidó el bosque y huye de las manos, imprevisible.

Indefenso animal con uñas de porcelana rasgando recuerdos, haciéndolos montoncitos.

Visto desde el telescopio alejarse, reunido en un punto, oráculo, que lentamente implosiona, por las altas temperaturas cayendo a la superficie de la olla, entre un caldo espeso de sombras que poseen su propia arquitectura: hojas, ramas, troco y raíces.

Introversión del tiempo que se ve en el espejo caminar mientras de una parte de sí se aleja, de una imagen, que podría ser un cangrejo, sobre un cielo de plomo donde hay un árbol, con la copa hacia la tierra derramando la sangre de todos los animales muertos, reunidos en mi corazón.

Bálsamo infectado de bacterias que modulan la vibración y son idea concerniente a las entrañas pálidas del cementerio, donde se reúnen de noche los santos y rezan interminables letanías.

Último artefacto por destruir, donde comienza a abrirse la vida y queda una rosa, como único testigo, última esperanza y breve paso del tiempo, sobre la ruinas del hombre vencido por la desfiguración de su rostro quimérico.

Soñaba el tiempo su rostro y no halló mi rostro.

Mito de carne inútil fabricando las cadenas que sujeten fuerte la explosión de los soles en mi pecho.

Violeta llama de la nueva Jerusalén.