Caballos
No vi venir al caballo de cartón.
-Ojalá muera si no traspaso con mi espada
la lluvia agazapada en mis ojos - decía
sujetando las trenzas del aire,
tirando de la niña rubia- ojalá.
Y el caballo entró en mí. Quedé deshecho
viendo caer el barro por los delantales tendidos,
siendo el barrizal mi único emblema.
Suficiente para frenar los golpes - decía
para mí mismo - la cuerda es cuanto tengo.
Suficiente.
En ellos el caballo traspasado languidecía.
Abajo de la chabola alguien encendió una hoguera.
Todavía más abajo oímos pasar el último tren de mercancías.
Decían que caballos. No podían ser caballos.
Todos estaban dentro de mí.