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04.07.2024

Oculto en el lavabo,
con la nariz chafada
que acelera el pulso,
con el ojo hirviendo,

el niño maldice la suerte
que huye por las cañerías.

Afuera,
un maremoto
de murciélagos,
olfatean la sangre
por los golpes recibidos.

Adentro,
el reloj se detiene
en el ojo morado,
en la nariz partida;
y el espejo engulle
un mar de palomas
enterradas.