Alquimia
15.10.2024
Crucificar ya es costumbre.
Cada año celebran la pascua en sus ojos apagados;
separándome de mi padre, por una cuantas monedas,
me llevan a sus casas.
Yo pienso en el bosque,
mientras en mi frente colocan la estrella,
fugaz como la egolatría del espíritu muerto.
Cuelgan de mis ramas regalos;
el San Benito del mártir
que entregan a los mercaderes
por unos cuantos deseos.
Cuando encienden las velas por la casa,
veo como se despliegan las alas de humo
azotando el vacío de corazones muertos.
Me consuela la alegría de permanecer
en alguna agalla, desprendida de mi tronco,
que haya quedado bajo tierra en el bosque,
junto a mi padre.